El otro día estuvimos en una exposición dónde se encontraba una de las obras del artista suizo Thomas Hirschhorn.
En sus proyectos, emplea materiales humildes para crear esculturas y estructuras low-tech, que están permeadas de imágenes e información. La obra de Hirschhorn "Hombre cavernícola", es una instalación expansiva; consiste en una caverna realizada con cartón y cinta de embalar, llena de recovecos y cavidades.
En el suelo se encuentran esparcidas latas de aluminio y rocas falsas. Hay carteles con imágenes de la cultura popular pegados por todas partes, en paredes y techo, y fotocopias de textos políticos y filosóficos diversos ocupan los corredores. Pintada repetidamente con aerosol, como si fuera un mantra, se encuentra la consigna “1 Man = 1 Man” (un hombre es igual a un hombre), una afirmación de equidad universal y un llamamiento para desarticular las jerarquías.
Ese eslogan marca el tono de la comunidad utópica posapocalíptica que habita estas cavernas: figuras humanas y maniquíes envueltos en papel de aluminio están conectados entre sí mediante un sistema de cables de ese mismo material, que se prolongan también a libros sobre temas como la democracia, la igualdad y la comunidad, así como a explosivos de papel de aluminio; una combinación que sugiere el poder del pensamiento y la información.
"He elegido mi vocabulario escultórico de forma que no excluya a la gente, sino que, en lugar de ello, la implique en mi trabajo...o, más bien, la implique en el mundo. Eso es lo que trato de hacer. Por eso trabajo. Es mi profesión política"
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