El denunciador del mundo contemporáneo, Mauricio Catteland, se dedica a minar el sistema que habita para revelar sus estructuras internas.




Sus proyectos arrancan invariablemente de una idea, una imagen o una conversación. Algunos se quedan en este estadio y muchos, como sus propuestas a favor de una cruzada neonazi o de meter un perro de presa en el interior de una galería, se han visto censurados. Sin embargo,muchas de estas despreocupadas ideas cattelanescas se han cargado de contenido político.
Ha empleado, con efectos devastadores, figuras de animales y personas a base de cera y resina como en su famosísima La nono ora, 1999, en la que muestra una efigie del Papa aplastado por un meteorito.